martes, 23 de abril de 2013

Carta a un sonido

Un haz de luz que bañe nuestros cuerpos...
Silencio, escucha, ¿lo oyes? Es el viento que nos llama. Nos invita a unirnos a su danza sin pausa. Silencio, observa, ¿lo ves? Son ninfas del río que representa la vida. Silencio, siente, ¿lo notas? Es el cosquilleo de la felicidad. Silencio, sé, seamos, ¿seremos? Silencio, amor mío, no rompas la magia. No tiñas de simples palabras un encuentro como el nuestro. Silencio, palpa, ¿lo sientes? Mi corazón late por tus suspiros. Silencio, no te vayas, sigue observando. Si no somos ambos, ¿qué queda? Nada. Silencio, piensa, libérate de todas y cada una de las ataduras que te fijan al mundo de los mortales sin permitirte llegar a sentir todo lo que yo siento. Silencio, regresa, vuelve a regalarme un suspiro de amor. Silencio, escucha, mis súplicas te pertenecen. Silencio, siente, abraza las palabras que te brindo. Silencio, cierra los ojos, recuerda nuestro encuentro pues la hora de marchar ha llegado.
Silencio, escuchad, ¿lo oís? Me reclaman lejos de aquí. Me reclaman en un lugar donde nada puede cambiar. Silencio, la marcha a las sombras comienza aquí, una marcha hacia donde la luz no puede llegar. Esperad con impaciencia el seguro regreso o, mejor aún, vivid con mi ausencia. 

Siempre... mía.

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