miércoles, 24 de julio de 2013

Cucú

Otra vez un sueño extraño...

"Estoy en una casa tipo americana, como las que salen en las películas de miedo. Es la casa de un familiar, creo, o un amigo de mis padres. No estoy sola, estoy con una chica de mi edad, sentadas en unas sillas bajas cerca de la entrada, hablando de cualquier tontería. Un coche se acerca, un todoterreno rojo oscuro en el que van mi hermano, el hermano de la chica y su padre. Curiosamente, el hombre lleva una camisa azul de flores que me regaló mi abuela hace años, pero al entrar en la casa ésta cambia por una camisa roja de leñador. Nos saluda."

Y ahí acaba la primera parte.

"Al momento siguiente es de noche y camino sola por los pasillos del piso inferior de la casa. Me asomo a la ventana que da al jardín delantero y veo a los dos niños y a la chica haciendo una 'acampada'. Me ven y me dicen algo que acompañan con apresurados gestos. Pero no les oigo. Corro la cortina y me dirijo a mi habitación.  En cuanto enciendo la luz y miro la cama me detengo, estupefacta. Hay unos diez relojes de cuco, de varios colores y tamaños, encima de la cama, mirando hacia la ventana. Sin saber porqué, voy cogiendo cada uno y cambio la hora a las 11:59. Cuando estoy cambiando el último me asomo al pasillo y veo, en la habitación de enfrente, como mi primo de 6 años me mira con los ojos muy abiertos, sonriendo de forma un tanto sádica. Aún con esa perturbadora sonrisa en la mente, a la que yo respondí con un asentimiento, me doy cuenta de que todos los relojes han empezado a sonar."

Otra parte.

"Ahora es de día y reconozco que paseamos por una de las calles de mi ciudad natal. Estamos todos los de anoche anterior, añadiendo a mi madre,  cuando entramos en una tienda de muebles. Todos empiezan a probar los colchones. Yo no, estoy demasiado ocupada intentando apartar a un perrito blanco parecido a una oveja que me hace cosquillas en las piernas. Finalmente cedo a las insistencias y me tumbo en un colchón para probarlo. Pero, sin querer, me duermo."

Y he aquí la última parte, algo extraña, ya que estoy soñando dentro de un sueño.

"Estoy en una sala que no es la tienda de muebles. Es un sueño. 'Genial...' pienso. Miro a mi alrededor, todo me resulta familiar. Claro que me es familiar, no es la primera vez que tengo este sueño. Sé lo que va a pasar y sé donde tengo que ir. Digo algo en voz alta y sé que los despiertos me están oyendo. Decido narrarles todo lo que pasa, supongo que pensarán que hablo en sueños. Y es así. Salgo de la sala, parecida a los aposentos de un castillo medieval, y me interno en los pasillos de suelo forrado con alfombra roja y paredes iluminadas por el tenue brillo de las antorchas. Hay cuadros a ambos lados del pasillo pero no me detengo a mirarlos. Sé que no es seguro andar por aquí. Voy narrando lo que veo y los despiertos me preguntan. Curiosamente puedo escucharlos y responder. Después de doblar varios recodos y cubrir grandes pasillos, llego a una sala con dos puertas al fondo y una en cada pared lateral. Las laterales están abiertas y dan a más pasillos, la derecha del fondo está cerrada con llave, la izquierda no. Así que me dirijo a esa. Tomo el pomo y lo giro. Cede. Pero no se abre. Intento empujar y nada. Parece atrancada desde el otro lado. 'Esto no estaba así. Alguien ha estado aquí.' Grito para los despiertos, pero no obtengo respuesta. Empiezo a sudar. Ésto no debería estar pasando. Quiero despertar pero no puedo. Mis ojos se abren de manera exagerada y mi respiración se corta cuando llega a mis oídos el leve crujido de la alfombra cuando se pisa. Pasos. Alguien viene. Me acerco a la pared de la izquierda y miro por la puerta. A lo lejos emerge de entre las sombras un hombre rubio vestido con un uniforme azul claro. Anda despacio, casi dando tumbos. Y no me extraña, ya que sus extremidades están dobladas en un ángulo antinatural. Alza la mirada y me ve. En su desfigurado rostro alcanzo a distinguir un intento de sonrisa. Empieza a correr hacia mí. Yo intento pedir ayuda a los despiertos pero nadie me escucha. Corro hasta la puerta cerrada de antes e intento abrirla. Desesperada, la aporreo con los puños. 'No puede ser... ésto no acaba así...'. Una sombra se cierne sobre mí. No me giro para mirar, sé que es el hombre del pasillo. Estoy asustada, sudando. Sólo oigo mi respiración agitada y los fuertes latidos de mi corazón."

Y sin que mi yo del sueño despertara, he despertado. Sudando como me encontraba, cogí mi agenda y mi bolígrafo y me puse a escribir el sueño. Aún tengo en mi cabeza la sonrisa de mi primo y el sonido de los relojes. Tantos relojes juntos, soñar dentro de un sueño,... ¿qué significa? 
El mundo de los sueños es algo extraño, perturbador, mágico, increíble. Y puede que hasta peligroso. 


"¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueñossueños son." 

martes, 9 de julio de 2013

Carta a un alma inexistente

   Nunca pensé que las sombras pudieran ser tan acogedoras. Siempre pensé que lo oscuro era frío, que las sombras no podían brindar calor. Pero me equivoqué. Ahora que vivo entre ellas no puedo siquiera pensar en mi anterior vida en la Luz. Mi pasado es borroso, son imágenes demasiado brillantes como para que ahora distinga su contenido. Creo que fui feliz alguna vez, o eso es lo que quiere sentir mi corazón angustiado, roto. Creo que también tuve alma en alguna vida pasada, ahora lo que siento es un enorme vacío interior. No sé si aún me quedan algunos trozos astillados de alma o si nunca he tenido. Es más, puede que tenga un alma tan oscura que ni siquiera se pueda considerar eso mismo. Tampoco importa mucho, nadie va a juzgar el  estado de mi alma mientras siga en las sombras. 
   De vez en cuando una banda de pequeñas mariposas negras revolotea a mi alrededor, sacándome una pequeña sonrisa cuando alguna se posa sobre mi pálida piel. También están frías, todo es frío aquí, a la sombra de la historia. 
   A veces me quedo mirando al infinito sin darme cuenta, emprendiendo un viaje con la mente del que únicamente soy yo partícipe. No importa mucho, pues aquí no hay nadie que se fije en este hecho. 

   Hora de enviar esta carta, aunque no conozca su destinatario. Sólo he recibido una carta de vuelta y eso me hace pensar que las mías no han llegado a nadie. Aun así seguiré narrando las desgracias que observo desde mi lugar privilegiado en las sombras. 




Siempre... mía. 

viernes, 5 de julio de 2013

Su sombra

Emergió de entre sus demonios para buscar, quizá, una paz ansiada y nunca encontrada.  Tal vez fuera la soledad lo que le llevó a querer escapar de la oscuridad sin darse cuenta de que, quizá, la luz sólo le haría ver su sombra, nada más. 



Eterna compañera infravalorada.