Colocarte de nuevo en el camino sólo por el placer de volver a tropezar con tu poesía. Era tu respiración sobre mi cuello lo que me hacía olvidar la sed. Era el paseo de mi lengua sobre tus ganas; como un roce monocromático en nuestro descolorido encuentro.
Si tan sólo invocando el olor a limón y azahar que embriagaba hasta el éxtasis nuestros sentidos se hace tan presente tu recuerdo, ¿qué no haría por escuchar de nuevo tu silencio?
Sobre el suelo de esa habitación firmamos la definición del amor.