miércoles, 28 de agosto de 2013

With darkness at the ankles

  ¿Nunca os habéis preguntado qué hay acechando en las sombras? ¿Nunca os habéis preguntado qué  es esa extraña sensación de sentirse observados cuando estamos a solas? Yo sí, continuamente. 
  Aquí todo es oscuridad pero, a veces, aparece una tenue luz. Muchos pensarán que es un rayo de esperanza, un bote de salvación. Pero ¿qué hace la luz sino traer consigo las sombras? 
   La luz, en ocasiones, es el vehículo del miedo.
  ¿Por qué los niños(y quizá no tan niños) necesitan dormir con una luz encendida? ¿Miedo a la oscuridad? No, más bien a lo que podría haber en ella. Pero pensadlo, ¿no es la luz una señal, una marca de posición que nos revela? Nos expone, nos hace vulnerables y crea las sombras. Todo lo que no abarca la luz se vuelve desconocido, peligroso. Pero sin luz todo es igual, uniforme. En la oscuridad podemos refugiarnos sin miedo a ser vistos. 
  Pero, ciertamente, sería triste vivir en un mundo sin luz, pues ni siquiera podríamos vernos a nosotros mismos. No podríamos ver el mar atrapado en un iris, no podríamos ver los cafés con pupila, no podríamos recrear la vista en una pradera cercada por espesas pestañas...
  Pros y contras...

  ¿Qué preferís, luz u oscuridad? 



  

miércoles, 14 de agosto de 2013

Podría ser...

Una escalera que sube, sube, sube y sigue subiendo. ¿O quizá que baja, baja, baja y sigue bajando? Lo único seguro es que no es un infinito rellano. ¿Será la vida una escalera de caracol, sostenida por un eje central que podría ser el porqué de la existencia?
Diría que es una metáfora bastante acertada.
La muerte será como llegar al final de la escalera y sentarse en el último escalón, mirando hacia abajo. En ese momento ves todo lo que has recorrido, todo lo que vas a dejar atrás. Suspiras de agotamiento por el trayecto, pero al mismo tiempo resulta ser un suspiro de satisfacción. Y esperas, esperas, hasta que un huesudo dedo índice te toca el hombro. Adiós.