martes, 9 de abril de 2013

Carta a un mortal

Me creían muerta, quizá lo estoy. ¿Quién sabe? Puede que estemos todos muertos y nadie se de cuenta. Puede que lo que entendemos por muerte sólo sea un paso más para llegar al mundo real. Quizá esta vida sea una mera prueba de acceso al mundo de los vivos, los vivos reales. ¿Quién no lo ha pensado alguna vez? Extraños somos los humanos por pensar en lo que pensamos, por creer en lo que creemos. Siendo ésto así, hay humanos que necesitan creer en un dios, en un ser superior que dirija sus vidas. ¿Por qué? Si fuera creyente podría responder a esa pregunta pero no lo soy, así que sólo puedo suponer. Puede que esos humanos sólo necesiten un apoyo, un "algo"que les haga sentir seguros en este mundo de inseguridades aunque sea algo inmaterial o puede que imaginario(o no). Puede que crean en un ser superior por el mero hecho de no sentirse perdidos, de sentirse dentro de un gran grupo con una deidad común. Puede que crean sólo para asegurarse un buen lugar después de la muerte. Cierto es que ni ellos mismos tienen la certeza de que creen en un ser real pero tampoco les importa.
Hay otros humanos cuyas ataduras los ligan a otros de su misma raza. Esas ataduras bien pueden ser de adoración, amistad, sumisión o amor. Hay humanos, personas, que necesitan sentir que pertenecen a alguien y sólo a ese alguien. Necesitan que ese alguien los guíe en esta vida de sufrimientos. Necesitan doblegarse a la voluntad de ese otro humano que les da todo lo que necesitan. Buscan llamar su atención entre súplicas silenciosas, súplicas mudas. Pero, ¿y los que no creen?¿Qué esperan de la vida?¿Cuál es su apoyo?¿Cuáles son sus metas espirituales? Aquí una servidora no tiene una deidad a quien adorar pero tampoco la necesita, al menos de momento, pues ya bastante tiene con ella misma. 
Demasiado tiempo llevo fuera, a la luz. Puede que el mundo que conocéis está a punto de cambiar. Mientras éso ocurre yo me vuelvo a retirar a mi lugar en las sombras. 

Siempre... Mía. 

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