miércoles, 13 de abril de 2016

Amarillo II

            Estaba en la cocina llenando una botella de agua en el grifo del fregadero cuando vi cómo una oscura sombra se cernía sobre mí. Cerré el grifo y cesé la respiración. Lo único que oía eran los rápidos latidos de mi corazón, que parecían empeñados en ahogar cualquier otro sonido a mi alrededor. Pensé, no podía ser mi compañera de piso. Faltaban horas para que se levantara y ya me habría dicho algo como, por ejemplo, por qué me encogía cada vez más contra la encimera, por qué parecía tan asustada. No había nadie más en casa y me negaba a reconocer que no era alguien, sino algo, lo que estaba detrás de mí. Me negaba a reconocer que no eran imaginaciones, quería creerlo. Me negaba a reconocer que ese algo pugnaba por hacerse oír en mi mente. Me negaba a recordar... esos ojos amarillos en el espejo.




Déjame entrar