sábado, 13 de abril de 2013

Retazos del pasado

"Lo haré, haré que caigan como moscas, haré que sufran tanto como me hicieron sufrir a mí. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, y yo ya he esperado demasiado. Será el rencor el qué les arranque las entrañas, a todos y cada uno de ellos. La piedad no es una de mis cualidades. Podré cobrarme todas las malas pasadas de una sola vez pero lentamente, sin prisa. Quiero que antes de morir sufran. Quiero que me miren a los ojos cuando exhalen su último aliento. Quiero que supliquen por su miserable vida, disfrutar viendo como se arrastran para besar mis pies en un intento de pedir perdón. Pero no, no habrá ni una pizca de compasión. Dejaré que el rencor dirija mis actos y haré que la venganza se cumpla de forma implacable."
                                                                                                                                               Beatrice. 

"Un sueño. Aparece todo en sepia, es un pequeño claro cerca de un lago. Hay más gente alrededor pero estoy sentada junto a unos niños, tendrían entre cinco y seis años. Compartimos unas moras, reímos, allí se respiraba felicidad. Sonaba música, una flauta y un laúd. Todo parecía perfecto.
Entonces todo comienza a dar vueltas, la visión del sueño está cambiando. De repente estoy de pie, sola, en una noche de luna llena en medio de aquel claro. El humo me impide respirar bien y me hace toser. Camino pisando el manto de cenizas qué cubre todo lo que un día conocí y ya no está. Los árboles, las flores, todo ha sido pasto de las llamas. Me derrumbo frente al lago, caigo de rodillas en el barro. Aún noto el calor del fuego, aún se oyen los gritos de quienes intentaron controlarlo y murieron en el intento. La luna se refleja en el agua, es lo único bello qué queda en este paisaje desolador. Que lúgubre escena de la que soy protagonista..."
                                                                                                                                                  Janah.

"Aún recuerdo mi primer viaje a las Tierras Árticas, las Tierras del Norte. Como en la mayoría de mis viajes, iba en solitario, sin equipaje. Mi piel se fundía en tonos con la nieve, pero mi oscura vestimenta hacía que resaltara a varias decenas de metros. Había hecho el viaje a pie desde el Sur, desde Acientur. No sabía cuantos miles de kilómetros había recorrido pero no estaba cansada, no, mi ser no conocía nada parecido al cansancio. Llegué a un pequeño poblado antes del amanecer, allí me esperaba un amigo para darme cobijo en su casa. Ya tenía el ataúd preparado. Al caer la siguiente noche nos propusimos salir de caza, algo realmente difícil en aquella región ya que la gente no paseaba en solitario y tanto ropa para no pasar frío dificultaba la tarea del cazador en cuanto a 'hincar el diente'. Finalmente volvimos a la casa satisfechos, la sangre de aquellos lugareños tenía un toque diferente en el sabor. No tardé mucho en marcharme de allí, sigo prefiriendo la sangre del sur. Pero fue después de unas semanas cuando recibí la noticia de que mi anfitrión había sido cazado, torturado y finalmente asesinado. Realmente me entristeció aquello, no pude volver a aquellas tierras hasta encontrar un nuevo contacto, un nuevo anfitrión."
                                                                                                                                               Lynette.



No hay comentarios:

Publicar un comentario