lunes, 25 de marzo de 2013

Carta a un amor prohibido

¿Quién no ha encontrado aún su santuario, ese sitio en el que se puede ser uno mismo sin importar nada ni nadie? Todos tenemos un sitio, ya sea dentro o fuera de casa, donde podemos relajarnos hasta tal punto que podemos sentir cómo desaparecemos, cómo se detiene el tiempo y todo a nuestro alrededor se disipa. A veces sólo necesitamos perdernos en nosotros mismos en un lugar donde sabes que nadie te molestará.
También existe ese lugar especial que sólo quieres compartir con una persona. La misma persona que ha hecho especial ese lugar. Es curioso, ¿verdad? Cómo una sola persona puede hacer especial una canción, una película o incluso un libro, más de lo que ya son de por sí. Y es en ese lugar donde los sueños, mis sueños, pueden hacerse realidad aunque sea sólo en pensamiento. Porque es ahí, en nuestra mente, donde somos capaces de cosas imposibles. Porque es por esta cualidad humana que somos capaces de conseguir lo que nos proponemos en la vida real. Pues, como bien sabemos, todo sucede primero en nuestra mente.
Antes de salir con alguien, nos imaginamos cómo sería nuestra relación, cómo sería nuestra ruptura. Antes de consolar a alguien, nos imaginamos qué es lo que quiere oír. Antes de asesinar a un enemigo, nos imaginamos que consecuencias nos puede acarrear. Antes de dormir, nos imaginamos realidades paralelas, futuros imposibles, pasados relativos.
Pero, ¿por qué no imaginamos las consecuencias que puede conllevar una locura? Por eso mismo, porque es una locura, un impulso humano que nos parece correcto pero que después de hacerlo llegan las reprimendas y el arrepentimiento. Siendo ésto así, nuestras ganas de locuras deberían menguar, pero no. No podemos deshacernos de esos impulsos que añaden picante a la vida, aunque cierto es que tampoco queremos.

Dime, amor prohibido, dime, amante de las sombras, ¿seré yo la causante de tu locura?¿Será algún otro ente poseedor de ese honor placentero? No me respondas, no quiero saberlo. Guárdalo en tu lugar especial, alimenta tu mente con enardecedores pensamientos mientras yo, tu servidora, vuelvo a mi lugar en las sombras. Antes de lo esperado recibirás noticias mías, ya sean buenas o malas. 
Cuídate mucho, oh, ser amado. Yo velaré por ti como he hecho desde el principio de los tiempos.

Siempre... Mía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario