martes, 9 de julio de 2013

Carta a un alma inexistente

   Nunca pensé que las sombras pudieran ser tan acogedoras. Siempre pensé que lo oscuro era frío, que las sombras no podían brindar calor. Pero me equivoqué. Ahora que vivo entre ellas no puedo siquiera pensar en mi anterior vida en la Luz. Mi pasado es borroso, son imágenes demasiado brillantes como para que ahora distinga su contenido. Creo que fui feliz alguna vez, o eso es lo que quiere sentir mi corazón angustiado, roto. Creo que también tuve alma en alguna vida pasada, ahora lo que siento es un enorme vacío interior. No sé si aún me quedan algunos trozos astillados de alma o si nunca he tenido. Es más, puede que tenga un alma tan oscura que ni siquiera se pueda considerar eso mismo. Tampoco importa mucho, nadie va a juzgar el  estado de mi alma mientras siga en las sombras. 
   De vez en cuando una banda de pequeñas mariposas negras revolotea a mi alrededor, sacándome una pequeña sonrisa cuando alguna se posa sobre mi pálida piel. También están frías, todo es frío aquí, a la sombra de la historia. 
   A veces me quedo mirando al infinito sin darme cuenta, emprendiendo un viaje con la mente del que únicamente soy yo partícipe. No importa mucho, pues aquí no hay nadie que se fije en este hecho. 

   Hora de enviar esta carta, aunque no conozca su destinatario. Sólo he recibido una carta de vuelta y eso me hace pensar que las mías no han llegado a nadie. Aun así seguiré narrando las desgracias que observo desde mi lugar privilegiado en las sombras. 




Siempre... mía. 

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