miércoles, 19 de octubre de 2016

Tres otoños

  Han pasado tres otoños. Y ya no soy la misma niña que mandó aquella carta, ahora con algunas cicatrices más y el corazón con algunos pedacitos menos. Me dije: Tenemos que hablar. Sin aliento. Debí haberme limitado a observar desde la sombra, pero quise sentir. Y sentí demasiado. No me arrepiento. Hubo un tiempo en que dejé que me atrapara el polvo del pasado, sintiendo con la cabeza y pensando con el corazón. A veces demasiado. Prometí amores eternos a mortales, prometí amor a un dios sin saber lo que era. Sigo sin saberlo. Me perdí en miradas vacías, en versos inacabados y en andenes, demasiados. Me salió caro ser fiel a mí y a nadie más. Tomé decisiones, empecé a vivir en gerundio, a sentir sin miedo, sin prejuicios.
  Han pasado tres otoños. Pasaron los abriles sin más rosas. Llegaron noviembres con sus besos helados. Amaneció como siempre y anocheció como nunca. Dejé atrás las letras de colores, me pillaron las tormentas.
  Las despedidas y los finales siguieron sin ser lo mío.






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